domingo, 13 de junio de 2010

¿Derribar en vez de Construir?



Un peregrino recorría su camino cuando cierto día pasó ante un hombre que parecía ser monje y que estaba sentado en el campo. Cerca de allí, otros hombres trabajaban en un edificio de piedra.
'¿Quiénes son esos que están trabajando en la abadía?', preguntó el peregrino.
'Mis monjes, y yo soy el abad', le contestaron.
'Es magnífico... Es estupendo ver levantar un monasterio', comentó quien estaba de paso.
'Lo estamos derribando', dijo el abad.
'¿Derribándolo?', exclamó el peregrino. '¿Por qué?'.
'Para poder ver salir el Sol todas las mañanas'".
En la vida solemos construir grandes muros, incluso unos muy bellos, pero que nos dificultan ver el Sol. A veces tenemos demasiados muros que nos impiden ver a los demás, hasta llegamos a colocar muros que no nos dejan ver a quienes están a nuestro lado compartiendo nuestro día a día.
El muro de "yo soy así" nos impide ver y aceptar a los demás como ellos son y lo que nos pueden ofrecer.
El muro de "yo pienso que las cosas tienen que ser así" nos impide respetar el modo cómo las cosas son vistas por los demás, como si fuésemos los únicos que tenemos ojos para ver, y gusto para discernir.
El muro de "a mí no me cambia nadie" nos impide ver la luz de la verdad que los demás quieren irradiar sobre nosotros, perdiendo las señales que cada día Dios nos envía a través de los acontecimientos de la vida.
El muro de "yo soy el jefe" nos impide ver que los demás también piensan y tienen sus propias capacidades, y cada quien tiene derecho a ser y hacer a su estilo.
El muro de "las cosas que tengo y he conseguido en la vida" nos cierra a la luz que Dios nos envía a través de las necesidades de los demás.
El muro de "mis tristezas y preocupaciones" nos cierra sobre nosotros mismos y nos impide abrirnos a la alegría por el hecho de estar vivos aquí y ahora.
El muro de "yo hice tal cosa y ya estoy marcado para siempre" nos impide el gozo y la alegría de saber que el pasado ya no existe, lo que existe es el presente y el futuro que está amaneciendo.
En la vida no todo el tiempo hay que construir. A veces es necesario destruir, derribar, echar abajo todo aquello que se ha vuelto obsoleto y que no tiene sentido seguir manteniéndolo en este presente. Y cuando de repente todo se nos muestre oscuro, detengámonos y observemos si no habrá algún muro que nos impide la claridad.

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