jueves, 26 de agosto de 2010

El sonido de los tambores estimula el sistema inmune.



No son sólo instrumentos para viajar al "más allá" o elementos rituales del folclore religioso: una reciente investigación científica ha confirmado que tocar los tambores en grupo incrementa la capacidad defensiva del organismo. Hoy sabemos que, con sus tambores rituales, las comunidades tribales no sólo abrieron un puente a otras realidades sino también una estrategia de sanación sencilla y accesible de la que todos podemos beneficiarnos.
Muchos antropólogos se habrán sentido satisfechos. Los pueblos llamados primitivos han demostrado nuevamente poseer un grado de intuición difícilmente concebible desde una perspectiva etnocentrista. En esta ocasión la noticia llega del mundo de la medicina y hace referencia a los rituales de muchas de estas culturas, en cuyas ceremonias colectivas de sanación han estado casi universalmente presentes los círculos de tambores.
En los últimos años estas prácticas han experimentado un resurgir en el campo de las terapias alternativas y las medicinas tradicionales. Pues bien, ahora ha venido a sumarse a ellas una perspectiva más científica emanada de una investigación desarrollada por el Instituto del BienestarMente-Cuerpo, adscrito al Centro Médico californiano de Meadville (EE.UU.), cuyas conclusiones serán publicadas a principios de este año por la revista Terapias alternativas.
El equipo médico de ese organismo ha descubierto que un tipo particular de tamboreo de grupo, conocido como tamboreo compuesto, está relacionado con un incremento en la actividad de las células defensivas capacitadas para combatir el cáncer y las enfermedades virales así como con una alteración, beneficiosa para el organismo, de las hormonas relacionadas con el estrés.
El neurólogo Barry Bittman, director de la investigación, ha hecho público que este estilo determinado de tamboreo grupal aparece correlacionado con un fortalecimiento del sistema de inmunidad natural del organismo. Dicho descubrimiento publicado bajo el título Efectos de la terapia de la música de tamboreo de grupo en la modulación de los parámetros de inmunidad neuroendocrina en individuos normales, sostiene que esta terapia musical propicia la actividad defensora de la linfocina y promueve cambios químicos beneficiosos. El tamboreo compuesto, según sus conclusiones, resulta ser un "impulsor del estrés" útil para el organismo, análogo a la risa.
Sin embargo, el propio Bittman ha advertido que el descubrimiento no debe ser magnificado por el momento: "Si alguien me preguntara si el tratamiento es valioso para los enfermos de cáncer yo respondería que hay una promesa pero que necesitamos mayor investigación. Necesitamos conocer cuánto duran los beneficios y la frecuencia de sesiones que se requieren para mantenerlos así como la aplicabilidad de la terapia fuera del ambiente clínico".

CÉLULAS ASESINAS
En la moderna investigación contra el cáncer, una de las metas fundamentales es la de identificar terapias que logren estimular la respuesta inmune del enfermo. Y eso es justo lo que parece lograr el tamboreo compuesto: un significativo aumento de la actividad de las células NK (células blancas asesinas que atacan a los tumores y a las células infectadas) y LAK (linfocitos o células defensivas) entre los sujetos del experimento, comparado con niveles fijos o incluso en declive de los sujetos de control no sometidos a la terapia. El hecho representa el reverso de la llamada "respuesta clásica al estrés", en la que las actividades estresantes deprimen la resistencia inmunológica.
Pero además de aumentar la fortaleza de las células NK y LAK,que resultaban estimuladas por la interleukina- 2 y el interferon-gamma (sustancias de naturaleza proteica conocidas como citoquinas, secretadas por las células y que actúan como modificadores de la respuesta biológica y están implicadas en la inmunidad), el estudio también corroboró otro hecho significativo: las personas sometidas a la terapia mejoraban sus estados de estrés por el cambio en las relaciones entre las hormonas DHEA y cortisol en el plasma sanguíneo, aumentando la proporción de la primera sobre el segundo, condición que beneficia asimismo al sistema inmunológico. El estudio concluye que el tamboreo posee el potencial de modular determinados parámetros neuroendocrinos y neuroinmunológicos.
No sólo los detalles científicos son importantes. La accesibilidad de la terapia también puede jugar un papel destacado en su difusión. Y es que "lo mejor del sonido de los tambores -afirma Bittman- es que puedes exponerte a él en cualquier lugar unos minutos al día. El tamboreo compuesto permite que las personas, tanto enfermas como sanas, obtengan una enorme variedad de beneficios físicos y psicológicos. Creo que estos sonidos deberían formar parte de nuestro cuidado integral."
Cuidado integral que, por cierto, debió ser conocido de forma empírica por las variadas culturas tribales del planeta en las que el tambor aparece como uno de los más antiguos instrumentos utilizados para la sanación, los rituales de paso o iniciación, la comunicación inter-tribal y el contacto con la tierra y el mundo de los espíritus. Los expertos en chamanismo, tras estudiar estas prácticas, han concluido que el tamboreo es una "tecnología sagrada" que nos conecta con profundos ritmos vitales proporcionando a los practicantes una perspectiva de unidad cósmica con indudables beneficios en el plano físico y en el psiquismo humano.
¿Y por qué el tamboreo resulta ser una experiencia tan poderosa? Las razones científicas no se conocen todavía si bien los sacerdotes y chamanes, desde su propia perspectiva mística, afirman que todo lo que existe posee una vibración; y eso incluye a las estrellas y a los seres humanos. Este ritmo primario, "el latido del universo", es despertado en el microcosmos del individuo por el sonido del tambor y experimentado como una energía interna que permite la experiencia terapéutica. En este sentido han ido encaminado los trabajos realizados por la organización norteamericana Rhythm for life con enfermos de Alzheimer y Parkinson, que han superado sus expectativas médicas gracias a la exposición a estos patrones rítmicos.
TERAPIA EN CÍRCULO
Aunque los efectos terapéuticos de las distintas clases de música han sido investigados sobre todo en la última década, nunca hasta la fecha se había realizado un estudio controlado de la magnitud del dirigido por el doctor Bittman, quien ha presentado una variedad de protocolos de diferentes tamboreos grupales a los que han sido expuestos 111 individuos voluntarios sanos, de una edad media de alrededor de 30 años.
En la investigación, el equipo médico examinó cuatro tipos de sesiones de tamboreo grupal de una hora de duración. Estos cuatro tipos fueron definidos en las categorías de: tamboreo básico -en el que un instructor explicaba el tema durante media antes de conducir al grupo a experimentar la terapia en el tiempo restante-, tamboreo de impacto -donde el sonido de los tambores se incrementaba hasta un 80% y la disquisición teórica disminuía hasta el 20% de la sesión-, tamboreo chamánico -con un chamán maya que conducía al grupo y los instruía en aspectos culturales y espirituales- y tamboreo compuesto.
De entre todos ellos, fue el tamboreo compuesto el que mostró los resultados más concluyentes en las pruebas preliminares. En esencia, éste consistía en que los sujetos giraran, cogidos de la mano, alrededor de un círculo con velocidad creciente hasta que cayeran al suelo. En semejante estado de liviandad comenzaban a tocar sus tambores en un ritmo determinado por el número de sílabas de sus nombres particulares. Por último, ejecutaban sus sonidos guiados por dos temas imaginarios. Los participantes se vieron obligados a pasar por varios tests psicológicos que detectaban sus niveles de ansiedad o depresión, comprometerse a no utilizar durante el tiempo del estudio medicamentos, alcohol u otro tipo de drogas e, incluso, abstenerse de actividad sexual ya que ello condicionaría su química corporal.

LO IMPORTANTE ES PARTICIPAR
Conviene precisar, en cualquier caso, que los resultados del estudio han confirmado los beneficios del tamboreo activo, esto es, no del simple hecho de escuchar el sonido de los tambores sino de participar en él. De hecho, el grupo que simplemente se limitó a escuchar los tambores no obtuvo los resultados de aquellos que actuaban como músicos. La escucha pasiva parece demostrarse notablemente menos eficaz que la actividad musical creadora.
Las conclusiones del beneficioso efecto terapéutico del tamboreo compuesto no implica, en cualquier caso, que éstas puedan o no hacerse extensivas a otros instrumentos musicales. La elección de los tambores fue tomada por su fácil accesibilidad además de por su fuerte presencia cultural en la historia de las comunidades humanas, en las que los círculos de tambores han sido elementos importantes de los sistemas holísticos de sanación. Si los mismos resultados so conseguidos por otro tipo de manifestaciones musicales deberán confirmarlo futuros estudios.
Oyana S. Abigel

lunes, 23 de agosto de 2010

Juguemos otro juego



Este mensaje se siente. Es un mágico pulsar. Viene a movilizar tus fibras más sensibles. Esta es la frecuencia inmaculada que ilumina el santo grial de tu memoria cósmica. Su sabia luz lleva a que tus células rememoren el eterno espacio sin fronteras que sólo se vivencia vibrando en el amor. Todo está entrelazado. No existe separación, excepto en el atrapante juego de la ilusión que nos manifestó separados. Despertá. Sintiendo somos Uno. Sólo Uno. Juguemos otro juego.

La vibración de estas palabras te recuerda que lo que tus células experimentan es lo que siente el Universo. Todo se mueve en una sutil y eterna danza espiralada. Así como las células forman tu cuerpo, este es una célula de la Madre Tierra. La Tierra, el Sol, los planetas y las estrellas son las células de nuestra galaxia (Vía Láctea), y las galaxias son las gigantes células del Universo. Al ser todo Uno, siempre hay algo mayor que sustenta, contiene y pulsa dentro de cada corazón.

Así como el agua juega a ser copos de nieve o hermosas nubes, dentro de las hojas está el Sol jugando a ser de color verde. Ante los ojos del alma, la vida se presenta como un deslumbrante juego donde todo se entrecruza. Mires por dónde mires, sólo verás Unidad. Contemplarás un majestuoso despliegue de incontenible energía que cambia de estado y fluye constantemente. Hay ciclos dentro de ciclos. El vacío está lleno. Somos como los peces que no advierten el agua. Vivimos en un mar de abundancia, pero aceptamos jugar a que lo que abunda es la escasez.

En cada latido, en cada respiración, el Universo se expande y se contrae, elevando y trayendo de regreso las pulsaciones. Sentimientos, pensamientos y palabras viajan desde las flores hacia las estrellas, regresando para que experimentemos la frecuencia del caos o la armonía con que fueron emanadas. No hay separación. Todo es Uno. En el juego de la ilusión, se necesita que el corazón permanezca bien cerrado, de lo contrario no hay manera de sentirnos fragmentados.

Despertá. Juguemos otro juego. Un juego que no excluya y tampoco nos lastime. Juguemos a celebrar. Juguemos a sanar. Despertando rememoramos que la energía femenina y la energía masculina son formas complementarias de vibrar, que desarrollan en el amor su equilibrio alquímico perfecto. ¿Acaso ya no estás muy cansado de este juego tan violento que llamamos “realidad”? Recordá. Liberá la gloriosa esencia de tu memoria cósmica y juguemos otro juego.
(Por Julio Andrés Pagano)

viernes, 20 de agosto de 2010

Tu tienes reloj, yo tengo tiempo!!



No sé mi edad: ¡nací en el desierto del Sahara, sin papeles....! Nací en un campamento nómada tuareg entre Tombuctú y Gao, al norte de Mali. He sido pastor de los camellos, cabras, corderos y vacas de mi padre... Hoy estudio Gestión en la Universidad Montpellier- 1. Estoy soltero...Defiendo a los pastores tuareg. Soy musulmán, sin fanatismo.
- ¡Qué turbante tan hermoso...!
- Es una fina tela de algodón: permite tapar la cara en el desierto cuando se levanta arena, y a la vez seguir viendo y respirando a su través.
- Es de un azul bellísimo...
- A los tuareg nos llamaban los hombres azules por esto: la tela destiñe algo y nuestra piel toma tintes azulados...
- ¿Cómo elaboran ese intenso azul añil?
- Con una planta llamada índigo, mezclada con otros pigmentos naturales. El azul, para los tuareg, es el color del mundo.
- ¿Por qué?
- Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.
- ¿Quiénes son los tuareg?
- Tuareg significa abandonados, porque somos un viejo pueblo nómada del desierto, solitario, orgulloso: señores del desierto, nos llaman. Nuestra etnia es la amazigh (bereber), y nuestro alfabeto, el tifinagh.
- ¿Cuántos son?
- Unos tres millones, y la mayoría todavía nómadas. Pero la población decrece... "¡Hace falta que un pueblo desaparezca para que sepamos que existía!", denunciaba una vez un sabio: yo lucho por preservar este pueblo.
- ¿A qué se dedican?
- Pastoreamos rebaños de camellos, cabras, corderos, vacas y asnos en un reino de infinito y de silencio...
- ¿De verdad tan silencioso es el desierto?
- Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio corazón. No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo.
- ¿Qué recuerdos de su niñez en el desierto conserva con mayor nitidez?
- Me despierto con el sol. Ahí están las cabras de mi padre. Ellas nos dan leche y carne, nosotros las llevamos a donde hay agua y hierba... Así hizo mi bisabuelo, y mi abuelo, y mi padre... Y yo. ¡No había otra cosa en el mundo más que eso, y yo era muy feliz en él!
- ¿Sí? No parece muy estimulante. ...
- Mucho. A los siete años ya te dejan alejarte del campamento, para lo que te enseñan las cosas importantes: a olisquear el aire, escuchar, aguzar la vista, orientarte por el sol y las estrellas... Y a dejarte llevar por el camello, si te pierdes: te llevará a donde hay agua.
- Saber eso es valioso, sin duda...
- Allí todo es simple y profundo. Hay muy pocas cosas, ¡y cada una tiene enorme valor!
- Entonces este mundo y aquél son muy diferentes, ¿no?
- Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso. ¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar juntos! Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!
- ¿Qué es lo que más le chocó en su primer viaje a Europa?
- Vi correr a la gente por el aeropuerto.... ¡En el desierto sólo se corre si viene una tormenta de arena! Me asusté, claro...
- Sólo iban a buscar las maletas, ja, ja......
- Sí, era eso. También vi carteles de chicas desnudas: ¿por qué esa falta de respeto hacia la mujer?, me pregunté.....
Después, en el hotel Ibis, vi el primer grifo de mi vida: vi correr el agua... y sentí ganas de llorar.
- Qué abundancia, qué derroche, ¿no?
- ¡Todos los días de mi vida habían consistido en buscar agua! Cuando veo las fuentes de adorno aquí y allá, aún sigo sintiendo dentro un dolor tan inmenso...
- ¿Tanto como eso?
- Sí. A principios de los 90 hubo una gran sequía, murieron los animales, caímos enfermos... Yo tendría unos doce años, y mi madre murió... ¡Ella lo era todo para mí! Me contaba historias y me enseñó a contarlas bien. Me enseñó a ser yo mismo.
- ¿Qué pasó con su familia?
- Convencí a mi padre de que me dejase ir a la escuela. Casi cada día yo caminaba quince kilómetros. Hasta que el maestro me dejó una cama para dormir, y una señora me daba de comer al pasar ante su casa... Entendí: mi madre estaba ayudándome...
- ¿De dónde salió esa pasión por la escuela?
De que un par de años antes había pasado por el campamento el rally París-Dakar, y a una periodista se le cayó un libro de la mochila. Lo recogí y se lo di. Me lo regaló y me habló de aquel libro: El Principito. Y yo me prometí que un día sería capaz de leerlo...
- Y lo logró.
- Sí. Y así fue como logré una beca para estudiar en Francia.
- ¡Un tuareg en la universidad. ..!
- Ah, lo que más añoro aquí es la leche de camella... Y el fuego de leña. Y caminar descalzo sobre la arena cálida. Y las estrellas: allí las miramos cada noche, y cada estrella es distinta de otra, como es distinta cada cabra... Aquí, por la noche, miráis la tele.
- Sí... ¿Qué es lo que peor le parece de aquí?
- Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. ¡En Francia se pasan la vida quejándose! Os encadenáis de por vida a un banco, y hay ansia de poseer, frenesí, prisa... En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!
- Reláteme un momento de felicidad intensa en su lejano desierto.
- Es cada día, dos horas antes de la puesta del sol: baja el calor, y el frío no ha llegado, y hombres y animales regresan lentamente al campamento y sus perfiles se recortan en un cielo rosa, azul, rojo, amarillo, verde...
- Fascinante, desde luego...- Es un momento mágico... Entramos todos en la tienda y hervimos té. Sentados, en silencio, escuchamos el hervor... La calma nos invade a todos: los latidos del corazón se acompasan al pot-pot del hervor...
Qué paz...- Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo.
Entrevista realizada por VÍCTOR-M. AMELA a: MOUSSA AG ASSARID,

miércoles, 18 de agosto de 2010

¿Qué es lo que Dios quiere?



Creo que uno de los libros más importantes que me han dado alguna vez fue el texto, Lo que Dios Quiere. Si no has leído este librito en algún tiempo, sería maravilloso que le echaras un vistazo mientras ponemos fin a este séptimo mes del año.
En él se nos dice que cuando realmente entendamos lo que Dios quiere, los humanos sabremos que la respuesta es: nada. Nada en absoluto. ¿Cómo podría Dios querer algo, cuando Dios tiene y ES todo lo que Dios podría querer?
Cuando sepamos esto, vamos a entender que la vida no es una escuela, ni tampoco es un tiempo de prueba. Si Dios no quiere nada, no hay razón para una prueba. Si los humanos somos Uno con Dios, no hay nada que aprender, sólo hay que recordar lo que se ha olvidado.
Los humanos también van a comprender que la vida no es un calvario durante el cual el alma lucha por volver a Dios, sino más bien, es un proceso continuo mediante el cual el alma busca conocer a Dios, luego crecer, expandirse, y experimentar más de aquello que es. También va a tener en claro que este proceso, llamado evolución, nunca termina, sino que es experimentado por el alma eternamente, a diferentes niveles y en diferentes formas de vida.
Los humanos también van a entender que la vida no se limita a lo que se puede percibir con los cinco sentidos, sino que es mucho más amplia en su alcance y más profunda en dimensión, que los humanos al principio imaginaron o les dijo alguna vez la religión.
Un resultado de esta enseñanza: Se va a prestar mucha más atención a lo que no se percibe con los cinco sentidos, y esto será la base para una nueva comprensión de la vida y cómo se la puede experimentar de forma más alegre y maravillosa.
La vida no se va a vivir con un ojo en el Más Allá, sino con un ojo puesto en lo que se está creando, expresando, y experimentando en muchos niveles de percepción en el Momento Sagrado del Ahora. Los humanos serán cada vez más conscientes de que “ahora” es El Único Momento Que Existe.
La vida no se va a experimentar como una lucha o como un esfuerzo por “volver a casa” a Dios, sino más bien, como una libre expresión fluida de la naturaleza intrínseca de uno, que es ilimitada y divina.
“Ir al cielo” ya no será el máximo propósito de la vida. Crear el cielo donde sea que uno esté se verá como el objetivo principal. Para experimentar esto, la gente no tendrá que confesar ningún pecado ni ayunar durante las horas del día ni viajar en peregrinaciones ni ir a lugares de culto semanalmente ni pagar el diezmo regularmente ni realizar ningún ritual ni acto en particular – aunque pueden elegir hacer cualquiera de estas cosas si les complace, o si les ayuda a recordar quiénes son en relación con Dios, o les ayuda a permanecer conectados con su propósito.
Debido a su comprensión más profunda y rica experiencia personal de la vida como un campo unificado, para la gente en todas partes la vida misma se convertirá en el valor máximo, y el núcleo alrededor del cual gira toda comprensión y expresión espiritual.
No sabemos por cuánto tiempo más va a continuar nuestra propia vida. Nuestro tiempo en este planeta podría terminar mañana. Ya que esto es así, yo quiero, por mi parte, utilizar cada momento disponible, cada minuto, cada segundo, para avanzar lo más espléndidamente que pueda, lo más plenamente que pueda, a la más alta expresión de la que soy capaz, la mayor visión que jamás tuve acerca de quién soy.
Yo quiero demostrar a Dios en la tierra, en mí, a través de mí, como yo. Incluso si no existe “Dios”, incluso si estoy “inventándolo todo”, ¿puede haber una mejor manera de vivir, una manera más decidida, más agradable, de pasar a través de los días y las noches de su existencia?
Así que hoy, a cada momento, con cada decisión sobre lo que voy a comer, lo que me voy a poner, lo que voy a pensar, lo que voy a decir, lo que voy a hacer, voy a tratar de preguntarme: Si Dios estuviera aquí en este momento, trabajando en mí, a través de mí, como yo, ¿qué haría Dios ahora?
¿Quieres unirte a mí en este experimento?
Cariños y abrazos,
Neale Donald Walsh

viernes, 13 de agosto de 2010

Independencia emocional. Paulo Coelho



«Al principio de nuestra vida, y una vez más cuando envejecemos, nos hace falta la ayuda y el cariño de los demás. Desgraciadamente, entre estos dos periodos de nuestra vida, durante el tiempo en el que somos fuertes y capaces de cuidar de nosotros mismos, descuidamos el valioso cultivo del cariño y de la compasión. Puesto que nuestra propia vida comienza y termina con necesidad de afecto, ¿no sería mejor que practicásemos la compasión y el amor hacia los demás mientras somos fuertes y capaces?»
La cita es del actual Dalai Lama. Es verdaderamente curioso observar cómo nos enorgullecemos de nuestra independencia emocional. Aunque, claro está, tal cosa sea muy cuestionable: seguimos necesitando a los demás durante toda nuestra existencia, sólo que resulta “vergonzoso” demostrarlo, y entonces preferimos llorar ocultamente. Y si alguien nos pide ayuda, es que se trata de un sujeto débil, de alguien incapaz de controlar sus sentimientos. Hay una ley no escrita que dice que “el mundo es de los fuertes”, y que “sobrevive apenas el más apto”. Si esto fuese cierto, la especie humana no habría podido subsistir, pues sus individuos necesitan protección durante un largo periodo de tiempo (los especialistas dicen que apenas podemos valernos por nosotros mismos después de los nueve años de edad, mientras que una jirafa lo consigue en ocho meses como máximo, y una abeja alcanza su independencia en menos de cinco minutos).
Estamos en este mundo. Por lo que a mí respecta, yo sigo – y seguiré siempre – dependiendo de los demás. Dependo de mi mujer, de mis amigos, de mis editores. Dependo incluso de mis enemigos, que me ayudan a permanecer siempre adiestrado en el uso de la espada. Desde luego, hay momentos en los que este fuego avanza en otra dirección, pero yo nunca dejo de preguntarme: ¿Dónde están los otros? ¿Acaso me aislé demasiado? Como a cualquier persona sana, también me hace falta la soledad, el tiempo de la reflexión. Pero esto no debe convertirse en un vicio. La independencia emocional no conduce absolutamente a ninguna parte a no ser a una pretendida fortaleza, cuyo único e inútil objetivo es impresionar a los demás.
La dependencia emocional, por su parte, es como una hoguera que encendiéramos.
Al principio, las relaciones son difíciles. De la misma manera, con el fuego hay que conformarse primero con el desagradable humo, que dificulta la respiración y arranca las lágrimas. Sin embargo, una vez encendido el fuego, el humo desaparece, y las llamas lo iluminan todo, transmitiendo calor, calma, y, de cuando en cuando, haciendo saltar alguna brasa que nos quema, pero que también anima nuestra relación. ¿No están de acuerdo? Esta columna empezaba con una cita de un premio Nobel de la Paz defendiendo la importancia de las relaciones humanas. Concluyo ahora con unas palabras del profesor Albert Schweitzer, médico e misionero, que recibió el mismo premio Nobel en 1952: «Todos hemos oído hablar de una dolencia de África Central conocida como enfermedad del sueño. Lo que tenemos que saber es que existe una enfermedad muy similar que ataca al alma, y que es muy peligrosa, porque se desarrolla sin ser detectada. Al notar el menor síntoma de indiferencia y de falta de entusiasmo ante los demás, hay que hacer saltar las alarmas. La única manera de prevenirse contra esta enfermedad es entender que el alma sufre, y mucho, cuando la obligamos a vivir superficialmente. Al alma le gustan las cosas bellas y profundas».
¡Da un paso hacia adelante en tu vida! nadie te garantiza que vayas a dar el mejor paso, pero tal vez de todos ellos ese sea el paso más sabio, no quedarse parado.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Vivir la vida con valentía



Valentía es admitir tus temores
y enfrentarlos cara a cara.
Es tener la fortaleza de pedir ayuda
y la humildad de aceptarla.

Valentía es defender tus principios
sin preocuparte por lo que otros dirán.
Es escuchar tu corazón, vivir tu vida
y no aceptar sino lo que para ti es lo mejor.

Valentía es tomar el primer paso,
dar un gran salto, o cambiar el camino.
.

Es intentar lo que nadie supo hacer jamás
y todos creen imposible.

Valentía es mantener el espíritu
en los desencantos, y considerar las derrotas
no con el fin sino como un nuevo comienzo.
Es creer que por fin las cosas mejorarán,
aunque ahora parezcan peores.

Valentía es tomar responsabilidad
de tus acciones
y saber admitir tus errores
sin culpar a los demás.
Es confiar, no en los demás,
sino en tu habilidad y esmero para triunfar.

Valentía es negarse a desistir,
aunque la posibilidad te intimide.
Es trazar tu meta, mantenerte fiel a ella
y hallar soluciones para los obstáculos.

Valentía es pensar en grande,
apuntar bien alto y llegar bien lejos.
Es adoptar un sueño y hacerlo todo,
arriesgarlo todo,
no desistir ante ningún obstáculo
para tornarlo realidad.
Caroline Kent

miércoles, 4 de agosto de 2010

Si usted no es su pasado, ¿quién es?

El famoso poeta libanés Kahlil Gibran escribió que sólo hubo una ocasión en su vida en que le faltaron las palabras. Fue cuando alguien le preguntó:

“¿Quién es usted?”. Es una cuestión imposible de responder con apalabras, porque lo que somos carece de forma, y las palabras pertenecen al mundo de las formas. La respuesta a esta pregunta no se encuentra en el ámbito formal.

Cada uno de nosotros es un alma con un cuerpo, no un cuerpo con un alma. El alma no puede ser medida ni observada. Quizá la mejor manera de responder a la pregunta sea observando lo que no somos.

Me encanta la manera en que Nisargadatta Maharaj responde a este interrogante en I Am That (yo soy eso). Este autor escribe:

Del mismo modo que los colores de esta alfombra los origina la luz, pero la luz no es el color, así el mundo es obra tuya, pero tú no eres el mundo. A eso que crea y mantiene el mundo puedes llamarlo Dios o providencia, pero en definitiva tú eres la prueba de que Dios existe, no al revés. Porque antes de que pueda plantearse ninguna pregunta acerca de Dios, tú debes estar allí para plantearla. Usted es la esencia, invisible, que demuestra la existencia de Dios y del mundo.

Más adelante en este pasaje, Maharaj añade:

El cuerpo está hecho de alimento y la mente de pensamientos. Considéralos tal como son. El desasimiento del cuerpo, cuando es natural y espontáneo, constituye la liberación. No necesitas saber lo que eres. Basta saber lo que no eres. Lo que eres nunca lo sabrás, porque cada descubrimiento revela nuevas dimensiones que conquistar. Lo desconocido no tiene límites... Imponte tareas en apariencia imposibles... ésa es la manera.

Su historia ha intentado convencerle de que a usted le corresponde tal o cual etiqueta que le han asignado. Usted adoptó esas etiquetas. Para borrar su pasado, es necesario que se quite todas esas etiquetas artificiales.

He aquí algunas de las cosas que usted no es:

Usted no es su nombre. Mi nombre, Wayne, traducido literalmente significa “constructor de carretas”. El apellido Dyer significa “tintorero”. Los indios de Norteamérica usaban nombres como Baila con Lobos o Pequeña Paloma Blanca para describirse los unos a los otros. En ambos casos, los nombres, las etiquetas, no expresan lo que las personas son.

El nombre le fue dado para ayudar a distinguir su cuerpo de los otros cuerpos de su entorno, y para proporcionarles a los demás una palabra que pudieran usar cuando querían referirse a usted. Pero ni por un momento piense que el nombre es usted. En realidad, el nombre es quien usted no es.

Usted no es su cuerpo. Fíjese en el posesivo de la expresión “su cuerpo”. Esto da a entender que el cuerpo es algo que se posee. Usted es el poseedor del cuerpo y la fuerza invisible que hay en él, pero no es el cuerpo en sí.

El cuerpo no es nada más que un conglomerado que incluye huesos, cartílagos, sangre, hierro, calcio, piel... Al consultar su pasado, hallará muchísimos traumas en torno a la importancia del cuerpo. ¿Le enseñaron que el aspecto decía mucho acerca de usted? A la mayoría de nosotros nos enseñaron a pasar horas delante de los espejos preocupándonos por la postura, el físico, la piel, la ausencia o presencia de pelo vello, el peso, la estatura y demás. Pero estamos ante un falso yo.

Usted posee un cuerpo. No es un cuerpo. Usted no es su mente. Del mismo modo que decimos “su” cuerpo, también decimos “su” mente. Esto da a entender que usted es el dueño de la mente.

Con la mente piensa, y por lo tanto hay unos pensamientos y existe un ente pensante. Cuando le preguntaron a Maharaj si la mente era la persona, contestó:

“Examínala con atención y verás que la mente siempre bulle en ideas. En ocasiones puede quedarse en blanco, pero lo hace durante un rato y retorna a su habitual inquietud. Una mente calmada no es una mente plácida. Dices que quieres pacificar tu mente. ¿Está en paz el que quiere pacificarla?”. ¡Qué maravillosa pregunta, qué estimulante!

¿Quién es el dueño de la mente? ¿El dueño que busca paz está él mismo en paz? Quien en realidad es usted no es la mente sino el yo que hay tras de la mente. Y tal dueño no se encuentra en el plano de lo físico. Durante la mayor parte de la vida le han enseñado que usted es su mente. Ha estado formándose, asistiendo a clases ad infinitum e identificándose de alguna forma con lo que sabe.

Al dejar atrás su pasado, dejará atrás la idea de que usted es su mente. Usted no es su ocupación. Usted no es ni ingeniero ni profesor ni secretario ni tendero. Son elecciones que ha hecho su invisible yo como forma de cumplir con su misión en el aquí y ahora.

Cuanto más defina su trabajo su personalidad, más difícil le resultará conocer la verdad y alcanzar la libertad. Le es más fácil lograr la satisfacción y ser consciente de ser una criatura divina a cualquier vagabundo anónimo que haya desempeñado muchos trabajos, que a una celebridad atrapada en su imagen pública.

Identificarse con el trabajo que se desempeña puede mantenerle apartado de su verdadero yo superior. Puede inhibir su capacidad para conocer su yo espiritual, puesto que usted ha hecho que su vida gire en torno a su trabajo. Deshacerse del pasado implica despojarse de la idea de que uno es lo que hace. Recuerde este ejercicio de lógica: si uno es lo que hace, entonces uno no es lo que no hace.}

Cuando se cree que uno es su trabajo, lo que se está haciendo es seguir una rutina establecida para dar un valor a vida; pero un valor que no tiene sentido. Nuestro yo espiritual no participa en esa tarea.

Al deshacerse de su pasado, abandona esta idea. Se convierte en lo que Stuart Wilde, en su sincero y brillante libro, The Whispering Wind of Change (Los susurrantes vientos del cambio), llama “volverse un minimalista”. Los siguientes fragmentos despertarán su deseo de leer esta magnífica obra:

Nunca avances con prisa. Camina con lentitud, habla sopesando las palabras. Nunca te dejes llevar por las emociones y jamás permitas que la gente te manipule... Siempre hay otra posibilidad, siempre otro momento, y hay cinco mil millones de personas... Diles que tienes todo el tiempo del mundo, porque lo tienes, eres infinito. Recuerda que la más grande sabiduría que puedes alcanzar es la del no hacer. Son los tratos y situaciones que evitas los que te ayudan a conservar energía y permanecer independiente y fuerte... Con cada cosa que te comprometas, aumentarás tu carga.

Haga el esfuerzo de quitarse las etiquetas, y tenga presente que no es lo que hace. Usted es el que observa al yo que hace. Usted no es sus relaciones. Sin duda, la corriente de amor que existe entre usted y los integrantes de su círculo inmediato es muy importante, pero no es quien usted es.

Usted es un alma individual conectada con el todo, pero no es esa relación que mantiene con el todo. Identificarse con las relaciones proporciona gran frustración porque cada vez que hay un pequeño problema en ellas, como siempre habrá, uno se siente desdichado.

Recuerde que es eterno, y eso es inmutable. Mantiene un gran número de relaciones, todas las cuales son importantes, pero llegan y se van como su vida corporal, que va de la nada al aquí y ahora y acaba volviendo a la nada. Es un ir y venir y por lo tanto algo mutable.

Deshacerse del pasado implica despojarse de la creencia de que una relación fracasada le convierte a uno en un fracasado. No existen relaciones fracasadas. Con cada persona que entra en su vida y sale de ella se ha procedido a un mutuo compartir de lecciones de vida.

Algunos tienen papeles más largos que otros en la representación, pero a la postre, usted volverá a su relación con el absoluto. Nunca tiene que juzgarse a sí mismo de manera negativa por la naturaleza de sus relaciones. Puede aprender de todas ellas, sabiendo que usted es el observador de cuanto ocurre.

Usted no es su país, ni su raza ni su religión. Usted es un espíritu eterno, no un estadounidense, chino o africano. Carece de importancia el cuerpo que habite, el punto geográfico al que haya llegado, y la religión en la que crea. En la nada no hay ni budistas, ni católicos ni presbiterianos. Éstas son clasificaciones hechas para distinguirnos los unos de los otros en nuestra forma presente.

Estas identidades sólo tienen sentido en el paréntesis de la eternidad que denominamos vida. Rechácela y se identificará con el reino del espíritu. Entonces ya no estará dispuesto a librar las luchas de sus ancestros, que han intentado convencerle de a quién debe odiar y a quién amar. Ya no asumirá la creencia tribal que le hace percibirse como mejor que otros en virtud de su lugar de nacimiento o color de piel.

Su pasado le ha transmitido las costumbres de su grupo. Pero usted no necesita estas limitaciones. Despójese de esa identificación con las etiquetas, y escoja la nueva perspectiva; la conciencia de la unidad. Usted está unido con todas las almas. Su apariencia o lugar de nacimiento carecen de relevancia.

Los que aún se encuentran atrapados por esas creencias le llamarán traidor, ingrato. Usted será capaz de darles amor y no tener en cuenta sus acusaciones.

En nombre de Dios y de la patria se han hecho las guerras y se ha asesinado a millares de millones de seres humanos. Usted sabe, al igual que todos, que esto es una violación de las leyes de Dios, que es inconsecuente con las enseñanzas de todos los maestros espirituales que alguna vez han caminado entre nosotros.

Sin embargo, la pauta persiste. ¿Por qué? Porque nos aferramos a nuestros pasados como si fueran nuestras identidades. Niéguese a identificarse con las etiquetas del grupo.

Verse a sí mismo como un ser espiritual sin etiquetas es una manera de transformar el mundo y alcanzar un lugar sagrado. Comience por tomar la decisión de ser libre despojándose de su pasado. Cuando uno se deshace de su historia sabe que no es ni su nombre, ni su cuerpo, ni su mente, ni su ocupación, ni sus relaciones, ni su identidad étnica o cultural. Así pues, ¿quién es usted? Lo que queda es lo invisible, lo intangible, aquello que constituye el núcleo del mensaje de este libro.

Lo que tenemos es similar a lo que un seguidor le pidió a Nisargadatta Maharaj que le aclarara. “Cuando miro a mi interior, encuentro sensaciones y percepciones, pensamientos y sentimientos, deseos y temores, recuerdos y expectativas. Estoy inmerso en esa nube y no veo nada más”, le explicó.

Nisargadatta Maharaj, que vivía en los suburbios de Bombay, en una humilde choza de adobe, evitando toda posesión y entregado a aquellos que buscaban conciencia espiritual, respondió: “El que ve todo esto, y también la nada, es el maestro interior. Sólo el es, todo lo demás parece ser. Es tu propio yo, tu esperanza y seguridad de libertad; encuéntralo, aférrate a él, y estarás seguro y a salvo”

¡Qué gran mensaje! El ser espectador es todo su ser. Es la respuesta. No puede describirse con palabras, pero lo conocerá mejor cuando se despoje de su pasado.

Por Wayne.W. Dyer