viernes, 7 de mayo de 2010

Reflexiones



Nadie nace con la maestría...
La debilidad es un enorme freno a la evolución, a la liberación y a la ascensión.
La debilidad es una forma de enfermedad y de muerte.De hecho, es el olvido de la fuerza de la vida y del aliento interior.Sentirse débil, incluso escudarse en ese estado, es como un letargo energético completamente ajeno al impulso creador que poseemos.Reconocer nuestra debilidad y fragilidad es ya un avance, es dar muestras de lucidez. Ese es el primer paso para el cambio.Y esa lucidez de reconocer que no usamos nuestro poder, en el fondo contiene humildad.
Nuestras debilidades, incluso el hundimiento, las crisis, los miedos, las dudas, tienen también una función…
La materia es portadora de las semillas de la redención y la transformación.Revelarse contra la materia y la densidad es claramente lo que alimenta el juego de la separación.La existencia de la materia es precisamente lo que permite la reunificación.Aunque no lo parezca, existe una fuerte complicidad entre materia y espíritu.No te disperses, no depongas tus decisiones, no relajes tu confianza, no despliegues tu mente generando excusas.
No olvides tu centro, el motor de tu voluntad, ni la llama interior, ni tu potencial de amar.Un principio cristalino y luminoso convive con tu pequeño yo.
La maestría es posible en ti, y llegará a instalarse por completo cuando utilices sanamente tu poder y cuando aprendas a gestionarlo.Negar la llama de tu interior, unida siempre a esa trama inteligente de eternidad, es inútil.Tú alma, y la de todos los hombres y las mujeres, conserva siempre su visión interior, por pequeña que te parezca tu llama.
Conserva el recuerdo de la luz, de la fuerza y del amor.

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